viernes, 23 de noviembre de 2012

El documental sobre el ex presidente Néstor Kirchner ya tiene las primeras críticas, las cuales varían enormemente según el diario. Los aliados al Gobierno la vieron como “excelente”, mientras que los opositores la calificaron como “regular”.



LA NACION: Regular.
Lo primero que desmiente Néstor Kirchner: la película es su propio título. La biografía autorizada que se narra aquí no pertenece a quien fuera presidente de la Argentina entre 2003 y 2007, sino al proyecto político encarnado por el santacruceño y continuado hasta hoy por su viuda, la actual presidenta, en pleno ejercicio de su segundo período en el cargo. Todo en clave autocelebratoria, sin una sola tacha o imperfección.
Es cierto que la historia del documental está llena de notorias realizaciones que descansan en la expresa voluntad de divulgar una idea o postularla desde un claro espíritu pedagógico. Pero en este caso la opción elegida deja al desnudo una flagrante contradicción: ¿cómo sumar a este conjunto de enunciados que se imponen desde su certeza y superioridad política frente al resto el retrato humano e íntimo de su artífice? La respuesta aparece muy rápido y deja al descubierto el flanco más endeble de este trabajo, porque el recorrido histórico que aparece ilustrado sobre todo por filmaciones caseras y testimonios familiares de incuestionable valor documental muestra baches imposibles de disimular.
TIEMPO ARGENTINO: Excelente
De Luque traza el itinerario de una vida desde la admiración y el sentimiento, le escapa al esperable tono épico y hace una puesta que no renuncia a los hitos de la gestión de Kirchner –la cumbre donde se plantó frente al ALCA, la decisión de hacerle frente al FMI, el histórico “Proceda” cuando hizo descolgar los cuadros de los dictadores Jorge Rafael Videla y de Roberto Bignone del Colegio Militar–, pero además, da cuenta del amor entre Néstor y Cristina y en ambos, como emergentes de una generación que entendió que la política era el único instrumento para cambiar el estado de las cosas.
Néstor Kirchner, la película no es aséptica, nadie lo esperaba, es una película política (todas lo son, claro) y su mayor virtud es que tiene conciencia del lugar desde donde habla, un espacio de convicción y honestidad.
THE NEW YORK TIMES: Un canto sin críticas al ex presidente
La directora, Paula De Luque insiste en que el documental no es sólo para los verdaderos creyentes, pero es difícil ver quién más podría estar interesado en un relato que tan claramente saltea las verdades incómodas de la historia.
La película elude convenientemente cómo los Kirchner construyeron una pequeña fortuna en la Patagonia durante los peores años de la dictadura militar de 1976-93 (sic) y cómo se forjó una alianza en la década de 1990 con el gobierno del presidente Carlos Menem, ahora el chivo expiatorio de todos los males económicos del país.
CLARIN
Néstor Kirchner, la película combina elementos de tensión con un homenajeado que no necesita libreto: su calor y color frente a la gente en actos públicos son su motor fílmico. Además, la directora plantea casos de personas ayudadas por la obra del dirigente fallecido, como es el de Facundo Nolasco, un joven violinista jujeño a quien Kirchner le regaló un instrumento del pianista Miguel Angel Estrella. Con estas apariciones se busca conmover al espectador, dejar una estela como salvador.
A diferencia de la valiosa palabra de Máximo -a quien por primera vez se lo ve hablando sobre su padre luego del fallecimiento-, la Presidenta no es entrevistada y tampoco aparece en los agradecimientos finales. ¿Un recurso extremo para intentar apolitizar el filme -algo utópico, aclaremos- o una clara orden de Gobierno? Hubiese sido importante incluir el testimonio de la mandataria, aunque con el transcurrir del filme se intuye su ausencia por el carácter narrativo de la obra. Lo que no se entiende es por qué Florencia no fue entrevistada, su visión hubiese contrastado muy bien y cerrado un logrado círculo de voces familiares donde se destaca María Juana Ostoic Dragnik, la madre de Néstor.
PAGINA 12: Muy Bueno (4 estrellas)
No es una biografía clásica ni un documental de observación, sino una suerte de viaje por las ideas y sensaciones de un hombre como político, pero también como hijo, hermano, padre y marido. Se trata de un enfoque, entonces, con varias líneas de relato.
Un párrafo aparte merece la combinación del material de archivo público con el de la vida privada del ex presidente: por ejemplo, se lo puede ver junto a Cristina cuando se casaron y compartiendo la militancia desde muy jóvenes e, incluso, en sus etapas como intendente y gobernador. Son imágenes que ayudan a construir esta reflexión política y poética (a la que contribuye la música de Gustavo Santaolalla), y que cobran su mayor pico emocional con el final (que no conviene ser adelantado).

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